Lotus parecía condenada a desaparecer cuando en 1996 fue adquirida por la empresa automotriz estatal de Malasia, Proton, especializada en fabricar autos baratos y aburridos. Por eso la sorpresa fue doble cuando presentaron el modelo que marcó la resurrección de la marca: el roadster Elise. El secreto del éxito estuvo en seguir al pie de la letra la fórmula del desaparecido fundador de la marca, Colin Chapman: “El peso es el rey y para ganar prestaciones hay que agregar ligereza”. Con apenas 740 kilos en sus versiones básicas, el Elise necesitaba apenas un centenar de caballos para superar en un circuito trabado a deportivos más potentes, caros y pesados. Un éxito consagrado en Europa, el Elise se lanzó este año a la conquista del continente americano con el empuje de un nuevo motor: el 1.8 litros de 190 caballos de Toyota.