Crítica: Mercedes C230 Avantgarde
Lo probamos durante una semana y acá está la conclusión:
"El placer de conducir el Mercedes C230 no pasa por su comportamiento casi deportivo ni por exprimir su motor de 204 caballos. La idea no es manejarlo, sino dejarse manejar y entregarse de cuerpo entero a los miles de dispositivos electrónicos pensados para que hasta los choques sean más confortables. De eso se trata este auto: de mimarse, de darse un capricho en la vida. La única contra viene por el lado de los comentarios externos que genera. Y, por desgracia, la ramita de ruda contra la envidia no se ofrece ni siquiera como opción."
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