Que el empresario argentino Gregorio Pérez Companc es un apasionado coleccionista de autos clásicos no es ninguna noticia. Comenzó atesorando ejemplares de Ford T de todas las épocas –por sus manos ya pasaron más de cien unidades- y en los últimos años focalizó su atención en los productos de Ferrari. De hecho, es uno de los tres argentinos propietarios de una Enzo.

En su garage de Escobar, junto a su pista de pruebas privada, el hombre más rico del país tiene algunos ejemplares del Cavallino únicos en el mundo, como los tres clásicos que compró en una subasta el año pasado por 20 millones de dólares y la 250 LM que adquirió hace dos meses.

Pero hay un ejemplar que tardará cuatro años más en llegar a Escobar. Según pudo saber en exclusiva Argentina Auto Blog, se trata de un monoplaza F2004 con el chasis 234, que Michael Schumacher utilizó para ganar los Grand Prix de Australia (foto de arriba), Malasia, Bahrain, Imola y España en el 2004. Pérez Companc lo adquirió durante una subasta que se realizó en Maranello en junio del 2005 por un precio de 2,4 millones de euros (foto de abajo).

Aquella no fue la primera vez que Ferrari sacó a la venta un Fórmula 1, pero sí la primera vez que vendió un monoplaza de la temporada anterior. Para evitar el espionaje industrial, Pérez Companc debió aceptar una cláusula por la cual se compromete a no sacar el auto de Maranello sin autorización de Ferrari hasta el 2012.

Esta es una cláusula que deben respetar todos los coleccionistas que adquieren monoplazas del Cavallino y que forman parte del programa Ferrari F1 Clienti. Ya hay al menos 30 personas que forman parte de este selecto club y que guardan sus autos en Maranello, entre los que se incluyen el mandamás de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, y al ex piloto René Arnoux.

Los propietarios de los autos pueden realizar pruebas de manejo programadas en la pista de Fiorano y participar de los eventos F1 Clienti que Ferrari organiza dos o tres veces al año en diferentes circuitos de Europa. A cambio, deben pagar un costo de mantenimiento anual que incluye el servicio de los mecánicos, la puesta en funcionamiento del auto y el traslado cuando sea necesario. El monto de estas expensas se desconoce, pero se supone que está a tono con el precio de los monoplazas.

No existen registros de que Goyo se haya animado a manejar la Ferrari de Schumacher. Quien sí lo hizo fue su hijo Luis, que a fines del año pasado participó al volante de este auto en los Ferrari Racing Days que se celebraron en el circuito de Hockenheim, Alemania.

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