Peugeot-Citroën Argentina invitó a un grupo de periodistas a trabajar en la línea de montaje del nuevo C4 Sedán. Después del curso de capacitación de ayer, hoy metimos las manos en los fierros.

8.30: Estacionamiento con valet parking y desayuno completo con masas secas. Me está gustando esto de ser un obrero tan Pro. Los operarios que vivieron la época de Sevel, sin embargo, no tienen los mejores recuerdos de la familia Macri.

9.00: A los vestuarios. Pantalón, remera y mameluco de algodón puro (el poliéster se puede quemar con las chispas de soldadura). Zapatos reforzados con puntera de acero. Guantes, anteojos de seguridad, tapones para los oídos y cara de susto.

9.30: Gustavo Seré, Gustavo Miranda y Jorge Kooln son los “monitores” que me acompañan a la línea de montaje. Me siento custodiado como delincuente peligroso. Me cuentan que esta es la única planta de la marca en todo el mundo que produce cinco modelos diferentes en la misma línea: C4, 206, 307, Partner y Berlingo. Nosotros sólo estamos autorizados a tocar los C4. Los compradores del resto de la gama quedaron así exentos del riesgo periodístico.

10.00: Mi primera tarea es ajustarle las tuercas de las ruedas de un C4. Uso una pistola neumática que aprieta las cuatro tuercas al mismo tiempo. ¡Quiero una igual para Navidad!

10.15: Tenemos que laburar al mismo ritmo de los operarios que llevan años haciendo el mismo trabajo. La línea de producción no se detiene. Hay sólo dos minutos para completar cada tarea. Hago el montaje del paragolpes delantero de un C4. Es muy liviano y se dobla como el papel. Se coloca con cuatro clips y un par de encastres. Ley de Murphy: si chocás, te pueden cobrar hasta mil pesos la pieza entera y el mecánico puede tardar una semana en cambiarla.

10.30: Instalo el “soporte elástico” del caño de escape. Primera noticia que tengo de la existencia de esa pieza.

10.45: Coloco una palanca de freno de mano. El fotógrafo de Citroën me escracha justo cuando estoy en cuatro patas dentro del auto, con la palanca erecta y agarrada con las dos manos. Todo El Palomar se ríe de mi retrato hot.

11.00: Salida de línea del C4 Sedán número 10 mil. Será el único que, de manera oficial, será adjudicado al esfuerzo de un grupo de periodistas con capacidades limitadas. Quémenlo, por favor.

12.00: Almuerzo. Hay fiambres variados y ensaladas de todos los colores. Me abalanzo sobre el tomate. Con el precio que tiene, hacía semanas que no comía uno. También hay mollejitas a la parrilla saltadas en oliva y con salsa de verdeo. Como dos platos. De postre, la misma copa helada de ayer. Me dicen que ahora tengo que soldar carrocerías en la sección de Chapistería. Tengo sueño. Y un poco de náuseas. ¿Por qué comí tanto?

12.30: Con una soldadora de 12 mil amperios y 100 kilos de peso colgados de un aparejo tengo que aplicar 20 puntos de soldadura sobre el costado derecho de un C4. Todo, en menos de dos minutos. Mi supervisor me enseña el trabajo y se pone a hablar de River con un compañero.

13.00: Ya soldé la carrocería de doce autos y mi supervisor ahora conversa del campeonato interno de fútbol. Parece que nosotros, los de Chapistería, vamos ganando. Sigo soldando como un perro. Un par de chispas me queman el pelo. Varios operarios se acercan a mirarme, se ríen y se van. Creo que me están tomando para el churrete.

13.30: Después de completar 20 autos, el supervisor me saca la soldadora de las manos. Me duele todo el cuerpo. Dice que me falta estado físico. Tiene razón.

14.00: Veo unos autos sospechosos tapados con plásticos. Me acerco a espiar. Sí, es lo que pensaba. Saco fotos.

14.30: Vestuarios. Valentina Solari, responsable de Prensa de Citroën, dice que nos podemos llevar toda la ropa que usamos. Genial, cada vez que revise el aceite de mi auto me voy a poner el traje del obrero metalúrgico.

15.00: Jean Christophe Muñoz, director de Citroën Argentina, nos entrega una medalla recordatoria y nos despide con alegría: “Vuelvan cuando quieran. Son una mano de obra tan maravillosa como económica”.