Crítica: Chrysler Crossfire 3.2 Coupé Limited

Lo probé durante una semana para AutoPremium y acá está la conclusión.

El Chrysler Crossfire es más Route 66 y Autobahn que Laguna Seca y Nürburgring. Nació para caminos bien pavimentados y sin demasiadas curvas. Es un Gran Turismo, no un pura sangre. Por su peculiar linaje y su estética diferente es único en su tipo. Tiene una personalidad llamativa y dejará satisfecho a quien busque un juguete original para ampliar su garage. Quienes estén interesados deberán apurarse: Cerberus, el nuevo dueño de Chrysler, anunció que el Crossfire dejará de fabricarse el año que viene. Quedará en la historia como otra de esas bizarras alianzas entre alemanes y norteamericanos, que resultaron tan espectaculares como desconcertantes. Pasará mucho tiempo hasta que los cerebrales germanos vuelvan a intentar construir una pieza de ingeniería tan delicada con el estilo rústico de los obreros metalúrgicos de Detroit. Por todo esto, manejar el Crossfire fue una experiencia más emotiva que emocionante. Tan hermosa como una misa de réquiem.

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    # por Anónimo - 27 noviembre, 2007 13:45

    Lo de GRAN Turismo me hace ruido. A mi entender, un Gran Turismo es un BMW M6/650 o un Mercedes CL. Incluso el poderoso Bentley Continental GT
    El Crossfire puede ser llamado un "peuqeño tour", de TURismo. Nada más...