Aquellas trepadas al Ciervo

Federico Kirbus, decano de los testers argentinos, envió esta gentil y curiosa colaboración a Argentina Auto Blog, donde analiza la extraña relación entre los fierros vernáculos y las estatuas de cuadrúpedos astados.

Por Federico Kirbus

Buenos Aires, ya se sabe, es una ciudad esencialmente llana, digna hija de la inconmensurable Pampa. En cuanto a barrancas abruptas, desniveles, cuestas, pendientes, rampas y declives nada que ver con San Francisco o con Montecarlo.

Aunque en aquella Buenos Aires no faltaban motivos de risas contenidas cuando los tranvías, en días de lluvia, pretendían subir en vano por el gradiente de Paseo Colón a Veinticinco de Mayo: las ruedas que patinaban, el motorman italiano que accionaba el arenero y el coche que no lograba vencer esa corta pero cruel subida de acaso un 20% sin previo envión.

Para los periodistas del automotor que a partir de la década de los ‘60 comenzaban a examinar los nuevos modelos con la lupa, esa llanura infinita presentaba otro problema: cómo realizar una prueba de trepada o dónde tomar una foto con el coche bien inclinado para que un test pareciera más realista.

¡Ah, sí, recordaba alguien, la calle Perú allá casi llegando a San Isidro! Un tramo de vía pública realmente empinado, como predestinado para una foto dramática.

Pero todos los cronistas del automotor que pretendíamos mantener en secreto dónde quedaba aquella rampa impresionante (para obviar las fotos de autos trepando por los terraplenes de la Avenida General Paz o alguno de los puentes que la cruzaban) pronto éramos recibidos con grandes carcajadas en las mesas de La Viridita.

Eran los tiempos cuando Corrientes era mano “para arriba” y, las demás avenidas, de doble circulación.

“¿Eso?”, nos preguntaban, “¡Eso no es nada! ¡Ya en la preguerra trepábamos hasta lo alto del Ciervo!”

¡El Ciervo! Ese hermoso monumento de bronce (85% cobre, 15% estaño) que desde los días de la primera Guerra Mundial engalanaba, pegado al terraplén del Central Argentino, el jardín de rosas porteño.

En rigor eran tres los animales: un ciervo bramador (confundido a veces con un alce, que no lo era), la hembra y un cervatillo. Las tres esculturas de otros tantos artistas y de diferentes años de fundición formando un conjunto de efigies que eran el must para un recuerdo fotográfico de cualquier paseante por los jardines de Palermo.

Los tres animales se hallaban emplazados en lo alto de un pedestal de material recubierto con tierra, como si se tratara de un montículo natural. Nada más tentador para la muchachada que se reunía en los cafetines a lo largo de la hoy avenida Libertador.

Fueren los Gálvez con una cupecita TC, fuere algún petitero con un reluciente coche sport de llantas blancas, fuere con el simple auto familiar: de noche, furtivamente, porque de día los vigilantes con bastón y sus manguitos blancos solían ser estrictos. No, no era el caso que esas trepadas al Ciervo, que se convertirían en una especie de diploma de habilidad conductiva, fueran realizadas con varios whiskys encima.

Eran simples travesuras de la juventud de entonces. Y entre los habitúes de La Biela Fundida haber trepado hasta el Ciervo era como un certificado de jerarquía.

Hoy día ya nada recuerda el monumento. El motivo fotográfico más asiduo de la ciudad (antes del Obelisco como fondo) poco a poco comenzó siendo cercenada por los cazadores de bronce. Por eso el Municipio decidió primero retirar el cervatillo y luego las dos figuras mayores, cuando a éstas ya les comenzaban a faltar alguna pata y un asta.

Ahora todo es apenas un recuerdo: al lado del venerable Tenis Club Argentino, hoy convertido en Museo Sívori, sólo queda visible el pedestal de mampostería, desprovisto de la tierra que lo cubría. Para llorar. Pero, sic transit gloria mundi.

En la primera foto de arriba, Oskar Kirbus, circa 1930, al pie de la familia de los ciervos. En los años ’50 el grupo escultórico estaba aún completo y sirvió de fondo para esta evocación de Juan y Oscar Gálvez. Sobre estas líneas, otro legendario ciervo fierrero: el del Autódromo de Buenos Aires.

* Nota original preparada para “Rueda Rudge”, del Club Autos Clásicos.
www.kirbus.com.ar

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    # por DANIEL G. - 06 abril, 2010 08:18

    Definitivamente te fuiste a la banquina en la trepada CC!

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    # por Tío Pujio - 06 abril, 2010 08:25

    Un grosso Kirbus!
    Un tipo que sabe y humilde como pocos!
    Queremos más de estas historias!

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    # por Panzer - 06 abril, 2010 09:04

    Daniel G.: Se nota que no sabes quien es F.K.

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    # por Anónimo - 06 abril, 2010 09:14

    De vez en cuando leo los comentarios a tus posts, y siempre me queda la impresión que parecen escritos por adolescentes de 15 años. El comentario de Daniel G. es otra prueba.

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    # por Pato - 06 abril, 2010 09:14

    Me gustaria mucho conocer la historia del ciervo del Autodromo. Se que lo corrieron de lugar y demas, pero no se la historia completa.

    MUY BUENA LA NOTA

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    # por Fernando D. - 06 abril, 2010 09:21

    ¿Alguna relación con la "Heladeria El Ciervo", inaugurada en 1965?.

    Saludos.

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    # por Anibal - 06 abril, 2010 09:54

    Un sabio F.K. (Daniel G. creyó leer C.F.K. y ya está por escribír para insultar, ja)

    Las crónicas de viaje de F.K. deben ser material de estudio para cualquiera que decida emprender una travesía por la Cordillera, por ejemplo, es un placer leer sobre los relevamientos que ha hecho sobre diferentes lugares del país.

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    # por DANIEL G. - 06 abril, 2010 11:51

    Y que?, no es una obligación conocer a FK para escribir en este post, de echo el ano KK jamás habla de autos, y solo sabe insultar cuando logra encontrar la brecha.
    Me alegra ser tan importante para él y que esté tan pendiente de mis comentarios.
    Lo mismo digo de varios "genios sabelotodos y prepotentes" como Anibal y Panzer.

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    # por Vale! - 06 abril, 2010 13:18

    CC: Para los que no conocemos, cual seria la direccion de este lugar para buscarla en Google Earth?

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    # por FratelliSolano - 06 abril, 2010 14:44

    Anibal vos sos Fernandez, seguro.
    fuera kks.

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    # por Anónimo - 06 abril, 2010 20:58

    Daniel G se sintió muy identificado con los cuernos...

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    # por Luque - 07 abril, 2010 00:26

    El Ciervo del autodromo? porq no hablan de eso... que hace ese Ciervo erigido ahi?

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    # por DANIEL G. - 07 abril, 2010 08:13

    Hay anónimo!, hay un dicho que dice que "Se critica lo que se es", hoy, por las dudas tirale piedras al rancho antes de llegar.....no sea que....te lleves la sorpresita.

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    # por Anónimo - 07 abril, 2010 13:46

    Ay. Hay? Daniel G. sos muy bruto.

    Buen ejemplar de la clase media ignorante, hipocrita, superficial.